Los temporales de viento en el mar son de una variedad infinita, y, dejando de lado el peculiar, terrible y misterioso gemido que a veces puede oírse atravesando el bramido de un huracán- dejando de lado ese sonido inolvidable, como si al alma del universo la hubieran aguijoneado hasta arrancarle un lúgubre quejido-, es la voz humana, después de todo, la que imprime la huella de la conciencia en el carácter de un temporal.
Pues, a fin de cuentas, un temporal de viento, esa cosa de sonido tan poderoso, es algo inarticulado. Es el hombre quien, con una expresión fortuita, interpreta la pasión elemental de su enemigo.
“Sopla muy fuerte, ¿eh, contramaestre?"
Una mirada a los ojos de un compañero de a bordo, un murmullo bajo en el lugar más resguardado, una ojeada al cielo de barlovento, un suspiro de fatiga, un gesto de desazón al quedar bajo el dominio del gran viento, todo eso pasa a formar parte del temporal.
Pues, a fin de cuentas, un temporal de viento, esa cosa de sonido tan poderoso, es algo inarticulado. Es el hombre quien, con una expresión fortuita, interpreta la pasión elemental de su enemigo.
“Sopla muy fuerte, ¿eh, contramaestre?"
Una mirada a los ojos de un compañero de a bordo, un murmullo bajo en el lugar más resguardado, una ojeada al cielo de barlovento, un suspiro de fatiga, un gesto de desazón al quedar bajo el dominio del gran viento, todo eso pasa a formar parte del temporal.
Vivido y escrito en EL ESPEJO DEL MAR por Joseph Conrad y traducido del inglés por Javier Marías
2 comentarios:
Me encanta tu página Luisa.
Esto es arte.
Un beso.Araujo.
Me ha encantado,en serio.Y por supuesto ya tiene un link en mi facebook para ayudar a popularizarlo
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