Éste es uno de mis tendales favoritos.
Es triste pero lleno de vida y color, el peso de la ropa está bien calculado y el reparto es equilibrado, todo lo poco que cabe está bien estiradito y bien tendidito.
Debe de ser dura la vida de quien se siente lleno de ganas pero que la ropa que lleva puesta le huele a humedad. El olor a humedad es tan desagradable e insalubre que dan ganas de vomitar.
En la casa de este tendal hay juventud, precariedad, puede que emigración y seguro que un casero avaro que también alquila el piso de abajo que no tiene ni tendal.
Seguro que el propietario no dejaría vivir en esa casa ni a su mejor enemigo y seguro que los que viven en esa casa no son ni sus peores enemigos. Debería de ser obligatorio que si una casa alquilada no tiene tendal la secadora automática la ponga el casero.
Ese edificio descuidado, descascarillado y supurante de humedad no merece este tendal.
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